LURDES IRIBAR, LA MUJER EN LA SOMBRA DEL FENóMENO LOCOMíA: “ÉRAMOS MáS UN CONCEPTO Y UNA FORMA DE VIVIR QUE UN GRUPO"

Disco, Ibiza, Locomía (2024), además de ser una de las canciones más pegadizas de los años 80 interpretada por Locomía, es el título del biopic de aquel grupo musical de estética inconfundible. Siempre enfundados en trajes de enormes hombreras, abanicos gigantes y zapatos de punta que fascinaron hasta el mismísimo Freddie Mercury (que recibió como regalo en Ibiza y lució en el último videoclip antes de su muerte, I'm Going Sligthly Mad). La película, dirigida por Kike Maíllo, con las interpretaciones de Jaime Lorente como el fundador del grupo Xavier Font, Alberto Ammann como el productor José Luis Gil y Blanca Suárez como la diseñadora Lurdes Iribar, se estrenará el 17 de mayo en cines. Después de poder ver y escuchar a Iribar en la serie documental Locomía (2022, Movistar+), ahora vamos a poder conocer de más cerca el papel que desempeñó en esta exitosa formación musical masculina. La historia de una mujer que hasta ahora permanecía en un segundo plano, entre las sombras. Aunque Iribar declara no haber visto aún el largometraje, comenta sobre este que “estoy muy contenta con la película porque a la mujer se le ha dado su papel, en este caso a mí. Pero en el grupo existían más mujeres, lo que ocurre es que no se habla de ellas. Con algunas coincidí y con otras no, siempre hay mujeres donde hay hombres”.

Lurdes Iribar (1964) nació en Tolosa, una pequeña ciudad cercana a San Sebastián, donde su temperamento artístico tenía difícil encaje: “Parecía de otro mundo, era la rara del pueblo ”, rememora. “Desde pequeña tenía muy claro que era una artista, me gusta pintar y crear. Me mudé a Barcelona porque era la ciudad más interesante en España para estudiar lo que quería, diseño de moda. En ese momento, la gente no sabía ni lo que significaba, te decían: ‘¿eso qué es?”, cuenta entre risas. Una Barcelona, la de principios de los 80, en plena transformación. La ciudad preparaba su candidatura para los Juegos Olímpicos de 1992, un evento que impulsó un extenso proyecto de renovación urbana y, con él, una nueva escena cultural, que sustituyó la gauche divine de la década anterior por una nueva hornada de artistas, músicos y diseñadores. En esta vorágine cultural Iribar conoció a Xavier Font, futuro fundador de Locomía, en una discoteca. “Los dos conectamos por la imagen que teníamos, en Barcelona no todo el mundo vestía como nosotros”, explica.

Font se fue a Ibiza y creó Locomía en 1984, la primera formación, junto a Manuel Arjona, Gard Passchier, Juan Antonio Fuentes y su hermano, Luis Font y (a Passchier, a Fuentes y Luis Font les sustituirían más adelante Carlos Armas y Santos Blanco). En sus comienzos, amenizaban con sus coreografías las fiestas de míticas discotecas de Ibiza como Ku -hoy Privilege-, en la época en la que la isla disfrutaba de su propia jet set. Allí iban a disfrutar de la noche personalidades como Alberto de Mónaco, Grace Jones o Roman Polanski. “Éramos un espectáculo, hacíamos que la gente fuese a la discoteca". Iribar se unió como diseñadora para contribuir a la imagen tan única del grupo, “pero hacía un poco de todo: coros, bailarina (…) En realidad, Locomía era un concepto y una forma de vivir, con un mensaje claro ‘sé como tu eres sin que le importe a los demás’. Yo ya era Locomía desde antes de su creación, porque siempre fui así. Y con ellos pasaba lo mismo: teníamos que ser nosotros y estar a gusto con nosotros".

“Ese mismo verano (1988) vino José Luis Gil y vio potencial en el grupo”, declara. Gil era productor y manager de artistas como Raffaella Carrà, Miguel Bosé o José Luis Perales. Fue quién lanzó a Locomía al estrellato musical comercial. Para Iribar existieron dos Locomías: uno antes y otro después de la fama, “uno es el del principio, un grupo de mucha gente creando, viviendo la vida cómo querían y siendo ellos mismos. Y otro es el Locomía musical, la boy band que se formó después. Y de ahí, a la fama repentina". De la noche a la mañana se hicieron hiperfamosos. En 1989 salió su primer LP - Taiyo- y de repente a la gente le encantó, tanto a mayores como a niños. Fue algo diferente, innovador, que también tuvo a sus haters porque para muchos era un producto comercial, pero tampoco conocían la historia. “Todo tiene una historia y estuve todo ese tiempo junto a ellos”, declara Iribar. Era la única mujer que estaba colaborando con ellos en esa etapa musica: “Siempre me mantuve en un segundo plano y no me importaba, no buscaba tener protagonismo”, afirma. El fenómeno fan también le pasó factura: “Algunas fans pensaban que los chicos no eran gays y creían que era la novia de uno o de otro. Me tenían auténtico odio, lo llevé muy mal. Cuando fui con ellos de gira a Argentina, era increíble el fenómeno fan, las chicas iban detrás de ellos en taxis y cuando salí alguna vez al escenario me insultaban. Estaban celosas porque ‘estaba con ellos’. En cambio, para mí eran como mis hermanos, pero ellas no lo veían así”, nos cuenta.

A eso contribuyó que, pese a que algunos miembros del grupo querían ser abiertos respecto a su orientación sexual, se enfrentaron a la presión de ocultarla debido a la homofobia social y las expectativas de la industria de la música. Xavier Font mencionó en varios medios que inicialmente respondía con honestidad sobre ello, pero luego se vieron obligados a ser ambiguos y esconderse, debido a su contrato. “Ser gay no era lo mismo que ahora, no era tanto un tabú, si no que no estaba bien visto. Entonces, algunas personas se podían imaginar que eran gays solamente por su apariencia física, que a veces no tiene nada que ver con la orientación sexual de una persona”, dice Iribar.

La fama que alcanzaron impacto drásticamente en la vida de los integrantes del grupo. "Al principio teníamos una furgoneta que ponía ‘Locomía’ y tuvimos que quitar el nombre del vehículo. Una vez fuimos a unos grandes almacenes, les persiguieron unas chicas que les reconocieron y tuvimos que salir corriendo. Cuando íbamos a un restaurante y siempre había alguien que se les quedaba mirando. En Latinoamérica este fenómeno fan era aún más pasional, casi como si viesen a Michael Jackson. Había fans que dormían en la puerta de los hoteles donde nos alojábamos. Otras personas hasta ahorraban todo el año para poder pagarse una habitación en el mismo hotel donde estaban ellos. Era una locura, a veces tenían que ir con seguridad, incluso a Carlos -que tenía el cabello largo- intentaban arrancarle pelos o los botones de una chaqueta", dice. “Era una pasión hacia ellos, la admiro, pero no la comprendo”, confiesa.

La presión de las fans y las circunstancias hicieron mella en Iribar, al paso de la gira por Argentina. “Llegaba al hotel llorando por toda esa mala energía que recibía por parte de las fans, era muy joven, tenía 25 años. Además, el mismo verano que salió el disco mi madre murió de cáncer. Fue una época más agria que dulce, aunque después como viajaba mucho sentía a mi madre más cerca de mí. Todo esto, añadido a las inseguridades y los complejos de esa edad, influían. También hay momentos en los que te crees que eres súper segura, pero no tienes ni puñetera idea de la vida hasta que al final ella misma te va enseñando. Y me ha enseñado mucho”, dice con toda la seguridad que posee actualmente.

Cuando el grupo se rompió, Lurdes Iribar se mudó a Estados Unidos. “Pensaba que mi papel en el grupo ya no tenía sentido. Así que en una discoteca que se llamaba El Stone's, en Torrejón de Ardoz -donde iban muchos americanos de la base área- (….) conocí a una chica americana. Ella me dijo que regresaba a Estados Unidos a trabajar y yo le dije ‘me voy contigo’. Me fui a Washington, aprendí inglés y más tarde fui a Miami”, nos cuenta de su aventura viviendo fuera de España. “Siempre he sido muy independiente, nunca he tenido miedo a nada y de lo malo al final aprendes. He salido de tantas que al final te haces más fuerte”, dice Iribar. Incluyendo la superación de un cáncer hace nueve años: “En mi Facebook intenté contar mi experiencia de forma positiva. Al final es una forma de ayudar a los demás, a otras mujeres o incluso a personas con otras enfermedades. Si tú cuentas que has sobrevivido o lo has superado, transmites un mensaje de ánimo y esperanza” dice defendiendo que “la actitud positiva también es sanadora”.

Después de su paso por Estados Unidos regresó a su ciudad natal, Tolosa, “fue un poco duro después de tantos años fuera". Pero en esta etapa de su vida Iribar se encuentra muy ilusionada y emocionada por la realización de la película y el estreno de esta. “Para mí es un regalo del destino. Me han cambiado de puesto, se han preocupado y les ha importado mucho mi papel, que es el de todas las mujeres invisibles. Aunque no era la parte visible de la boy band, yo estaba ahí”, dice con orgullo. Iribar también expresa su admiración hacia Blanca Suárez, la Iribar del filme, a la que conoció cuando “me invitaron al rodaje en Barcelona, y pude hablar con ella y con los chicos del reparto. Les conté algunas anécdotas”.

Sobre el vestuario de la película, nos cuenta que no tuvieron la oportunidad de crear los diseños o los estilismos. En cambio, comenta que fueron muy fieles a su fuente de inspiración, los códigos tan marcados del estilo de Locomía. “El día del rodaje vi la ropa y era prácticamente igual. También hay que tener en cuenta que la historia es una ficción, aunque los personajes son personas reales y aún estamos vivos. Mi opinión es que no podrían crear un vestuario exactamente igual al ser una película. De todos modos si a alguien le interesa conocer el vestuario de Locomía, además de verlo a través de la película puede ver los diseños originales en internet”, comenta Iribar. “Cuando estábamos en Ibiza, teníamos ropa casi para cada día, a veces también entre los chicos se la iban intercambiando. Pero luego cuando Locomía creció y se comercializó tenían que llevar una imagen más definida".

“Estoy muy contenta porque después de toda la vida que he llevado posterior a Locomía. Esto es un regalo". Además nos anuncia que tiene una sorpresa. “Gracias a mi protagonismo en la película los productores de Locomía -del grupo- pensaron que era buena idea crear una canción". Un proyecto junto a José Manuel Navarro, autor de muchas de las canciones de Locomía. Es un tema pop, se llama Cenicienta. “Trata un poco de mi vida, pero también de la vida de mucha gente que está ahí en la sombra y nadie piensa en ellos. Al final llega un momento de la vida en el que el destino te saca a la luz”. Un mensaje que conecta directamente con nuestra entrevistada, que ha confeccionado también el diseño y el look de la portada de un single del que nos habla en primicia: "Ni siquiera lo saben los chicos de Locomía".

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